02 March 2008

pin

La inexactitud de lo diferente, hace que veamos con los ojos abiertos lo que nunca jamás habíamos visto…la realidad no la conozco, nunca la he creído conocer… darme cuenta que puedo reconocer en otro mundo lo que le falta al mío, o al nuestro, o al de la totalidad de la gente, alguna de ellas pueden acariciar un poco la textura de aquel relato inverosímil para mi, creíble sólo al dar el primer paso en la posada tierra; quieta tierra, que logra adquirir un movimiento por el valor que les dan los que allí pueden saltar.

Yo también pude saltar allí
Quizá no de la mejor forma, pero
La tierra sonrió y cambio de textura
Las piedrecitas tomaron color
Y mis brazos extendidos creyeron
Abrazar un trozo de magia
De aquel improvisado escenario

De allá para acá, posados en lo que llamamos “realidad”, asunto que de verdad no lo es, la realidad se fusiona también con el aire, con ese saltar, con esas cuerdas espaciales, con todo lo que se aprecia al entrar allí, en ese circulo extra-cultural, porque en cierto sentido de aquella palabra la cultura vendría siendo un modo de vida, y entonces agrego “extra” ya que me parece que lo que se reúne especialmente en ese extracto de terreno es mas de lo que se le suele nombrar o caracterizar o simplemente visualizar.
Las palabras pueden ser a veces el agregado de lo que a los ojos es mas fácil captar e interpretar como lo que en ese momento exacto podemos apreciar, pero en fin, el agregado me parece escuchable, aunque a veces inexacto, la caligrafía puede no ser la mejor, pero parece ser irrelevante a ratos, y a veces en todo momento.

Y sigue corriendo el sonido, y se oye un poco de música, retumba y alegra, succiona a los personajes y me atrapa a mi, parece calzar con lo brilloso de los cuerpos rodeantes.
Pareciese que al entrar allí somos todos parte de un mismo cuento, aunque al salir cada uno siga con lo suyo, ella con su caminata emigrante, cambiante, él con sus ojos puestos en ella y yo con mis pisadas y su bello rastro en la arena, viene una ola y borra todo…también esta la presencia de la que se ha de nombrar “el cable a tierra”; quieta, apacible murmura un silencio que nos hace también callar…
Las olas van y vienen, ya lo sabia, ellos también…todo puede borrarse en cualquier momento, sabiendo yo que existió una pisada allí y entonces ella cree encontrar un camino en esa arena oscura y continua, él la sigue corriendo y yo prefiero sumergirme en ese mar cautivo.
(Los cables siguen unidos al suelo, pero en silencio)

La secuencia de los eventos hace que las voces tomen ahora un mejor papel, siendo una especie de cuento graficado y además contado, nosotros escuchamos atentos y comentamos lo que se nos da la gana, sin sospechar que luego formaríamos parte de ese pedazo de tierra colorida.
Pienso en la abismante diferencia que existe entre ese límite que se dibuja con telas rojas, algunos detrás, otros adelante, pude un segundo caminar por esa cuerda floja que allí se trazó, el convencionalismo social diría que no está bien cruzar aquella tela, el mundo está lleno de “debes hacer esto” y la gente aplica a su comportamiento sin previa evaluación, y la suma total de aquellos “debes” me parece que forman en si: un abismo podrido.

No hay reglas ni leyes ni tradiciones
Que se puedan aplicar universalmente…
Incluyendo ésta.

Nombro por ejemplo la flexibilidad, que pareciese ser un mejor método, apliquémoslo?
Me acerco a la telas rojas…la seguridad vendría a ser como el opuesto, como evitar lo que no se conoce (desconocido) o saber siempre donde se va y que se puede esperar al llegar ahí…todo eso se va a la mierda, y en cierta forma podría ser culpa de la educación, ese convencionalismo de la seguridad: evita lo dudoso, permanece en las áreas que conoces…mensajes tempranos que hacen crecer barreras, luego la barrera seria esa tela roja extendida a lo largo, que ponía limites a lo borroso.

Territorio sin garantía alguna
No sólo es un territorio;
Brillante gama de acciones impensadas
Un lado del cristal
Grandeza perceptible por la exploración
Y temeridad
La cierta rutina me la eché al bolsillo
Espolvoreé aquel momento con una gran pizca
De incertidumbre.

La razón se parece a la seguridad, también es un limite, es cuadriculado y explicito, expectante de todo acto humano, acompañante de los hechos o actividades, circula por la cabeza e impide actuar, odio el maldito motivo, ese que te piden, ese que a veces te pides….aquella pasión por las razones ella me la comentó, pero luego omitió la frase compuesta y ella misma calló…seguimos caminando como si nada, sabíamos que era preferible, él sin saberlo abandonó la actividad, sólo quedábamos dos…y quieta estaba ella, aun en silencio en contacto con la tierra.


Cuatro serpientes deslizándose de arriba abajo por una cueva sin ningún motivo aparente.
No para comer
No para hacer el amor
Deslizándose simplemente.


La rigidez contra la espontaneidad

Y entonces cogimos con gracia aquella avenida más cercana a lo no seguro convencionalmente hablando.
Y no había razones ni inventados motivos, cruzamos el límite corriendo, no porque había que cruzarlo rápidamente sino porque nuestros pies así lo quisieron.
Traspasamos aquella barrera rojiza que se mantenía delante de nosotros, atenta y estática, ahí los de atrás se hallaban de color blanco para ser seres oidores, receptores de:
Esa caminata con pasos hacia atrás y con los parpados a la vista, expresiones que se quedaban en el aire, pelo largo a veces y colores como el azul ojo esmeralda en otros, pieles blancas y oscuras, cuerpos diferentes, alimentados alomejor con comida distinta, cabezas con opciones que nunca dimensionamos, con casas que vuelan compuestas con una noche, porque el día se vive ahí, tras esa tela de color fuerte que pudimos pasar…
Ya no había línea divisora…saltamos solamente, nos deslizamos por lo desconocido…
Detrás se escuchaba pin, pin, pin
Y cada vez que lo oíamos, sonreíamos como efecto instantáneo

Dos caminos divergían bajo ese techo triangular
Y nosotras fuimos por el menos transitado
Y eso hizo que todo fuese diferente.



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